domingo, 1 de febrero de 2009

HOLA, SOY LA TIERRA


Hola, soy la Tierra, el hogar de todos los seres vivientes. Las antiguas culturas me reconocían como la Madre, especialmente los primitivos pobladores de América; su amor y respeto me agradaba profundamente porque, aunque les parezca extraño a muchos de vosotros, mis hijos humanos, también soy un ser viviente, una esencia evolucionante que posee un vehículo físico para expresarse en este universo. Debéis saber que la Energía primordial que ha causado mi existencia es de naturaleza femenina: esa es la razón por la cual siempre he sido personificada como una Madre y quienes así lo sentían, se sentían, por ende, hijos de la madre Tierra; sólo que mi cuerpo es el cuerpo planetario, un esferoide gigantesco de doce mil kilómetros de diámetro, que gira junto con los demás cuerpos que orbitan la Estrella que llamáis el Sol. Desde hace muchos millones de años he albergado la vida y cuidado de ella a través de las “Leyes Naturales”, lo cual estuvo bien mientras esa vida, es decir, todas aquellas formas vivientes que cobijo sobre mi superficie, desde los microbios – pasando por los animales – hasta el ser humano, todos surgidos de mis aguas creadoras, sin excluir los árboles (los únicos seres, por cierto, que fabrican su propio alimento)… mientras esa vida, repito, se mantuvo sometida a mis normas. El problema se inició con el ser humano, mejor dicho, cuando esta criatura bípeda, autodenominada “El rey de la Creación” (paradójicamente el único rey que se come a sus propios súbditos), llamada a ser el custodio de todos los reinos naturales que conviven sobre mi superficie, comenzó a alterar las leyes que gobiernan el complejo sistema que me permite garantizar la providencia autosustentable del conjunto. Como vosotros sabéis, durante muchos milenios y siglos, vuestro comportamiento egocéntrico, traducido en modificaciones del medio natural que he perfeccionado durante millones de años en bien de vuestra propia supervivencia por sobre todas las cosas, funcionó sin perturbaciones mayores, porque no existía superpoblación y ello me permitía compensar lo destruido o regenerar lo contaminado a través de los ciclos establecidos por mi, en correlación con las leyes del universo, para equilibrar, dinámicamente, los múltiples y simultáneos procesos quese llevan a cabo continuamente en mi biosfera. Inútilmente esperé, durante decenas de años, que vosotros, los humanos, en su nueva etapa desafiante de mis reglas, aprendierais que mi capacidad de restauración es finita… inútilmente di señales de peligro y las continuo dando, para constatar, con raras excepciones, que mis hijos no escuchan! Recientemente, durante las terribles acciones fratricidas que soléis llamar guerras, constaté la aparición de nuevas armas destructoras, una de las cuales, las nucleares, representan para mi una verdadera amenaza. Y no sólo para mí, pero quiero que sepáis que mi estructura interna no salió bien librada después de los cientos de bombas nucleares que habéis hecho estallar en mis entrañas. Mis aguas, que son como la sangre del cuerpo planetario, han sido contaminadas por vuestros desechos. Igualmente el aire, cuyos delicados filtros que operan en la camada superior de mi atmósfera han sido alterados por gases que se escapan de vuestros procesos industriales. Habéis explotado irreflexivamente, hasta el agotamiento, todos los recursos encontrados, sin considerar a los demás seres vivientes. Últimamente he detectado la acción, gravemente perturbadora, de campos de fuerza, artificialmente generados, probablemente con fines militares por parte de países que se creen poderosos, para alterar, en su favor, las frecuencias fundamentales de la vida. Eso no puede estar bien para ninguna madre y he comenzado a sentir la necesidad de actuar en defensa propia, para proteger lo que queda de las innumerables especies que evolucionan en mi seno por voluntad de la Creación. Todo en el universo se procesa en espirales llamados ciclos, porque las frecuencias de la vida obedecen a leyes periódicas que pueden actuar evolutiva o involutivamente. Debéis saber que vuestro comportamiento, carente de Amor, agravará la crisis propia de ciclos coincidentes que se están cerrando ahora. Algunos de ellos son conocidos por grupos de mis hijos que han dedicado su vida a estudiarme, como es el caso de grandes períodos recurrentes como las glaciaciones, pero otros ciclos sólo son conocidos por unos pocos: esos representan mis hijos que han despertado su Conciencia, aquellos que verdaderamente me sienten como una Madre: a ellos suelo responderles afinando sus sentidos internos! Por último quiero deciros que, así como los más conscientes de vosotros, acertadamente, afirmáis que no estáis solos en el universo, existe otra gran verdad que voy a enseñaros: nosotros, los planetas que albergamos humanidad, tampoco estamos solos en el universo… Meditad en mis palabras.






Gaia, vuestra Madre Tierra -------------------------------------------------------




Enviado por: mpb@bonells.com Miguel Paz Bonells Maracaibo, Venezuela

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