Incapaz de imponer su voluntad sobre aquellos países que ha invadido con armas convencionales, los dirigentes militares del Mundo Occidental se preparan, ahora, para forzarlos a la sumisión, utilizando su voluntad “moral” y la amenaza nuclear si se resisten. ¿Entienden? Puesto que el Occidente mantiene el monopolio de la moral, la verdad y la justicia, aquellos que habitan el mundo exterior obviamente representan el mal, la debilidad y la inhumanidad. Por lo tanto, como continuamente lo declara el Presidente Bush, se trata de una simple selección entre el bien y el mal, y no hay mejor candidato que el mal para ser objeto de un ataque nuclear… entre más pronto nos deshagamos de ese mundo inhumano, más pronto podrá el resto disfrutar de la “libertad y la democracia”.
Paul Craig Roberts
Cada vez pareciera hacerse más patente que la República de los Estados Unidos ha sido reemplazada por un imperio cuya fortaleza descansa sólo en su poder para invadir y chantajear a otras naciones, gracias a una tecnología de destrucción que ha sido hábilmente utilizada para servir a los propósitos hegemónicos de ese mismo poder. Ya la religión del dólar luce resquebrajada: sólo la ideología como falsa conciencia y las armas lo sustentan. Al menos es la tesis del Dr. Richard Dolan y de Chalmers A. Johnson, quien afirma - éste último - en uno de sus trabajos más recientes, que “Los Estados Unidos permanecen, por el momento, como la nación más poderosa de la historia, aunque enfrentando una violenta contradicción entre su relativamente larga tradición republicana y sus más recientes ambiciones imperiales. El destino de ciertos imperios democráticos previos, sugiere que tal conflicto es insostenible y se resolverá en una de dos maneras. Roma intentó mantenerse como imperio y perdió su democracia, mientras Inglaterra escogió permanecer como democracia, desvaneciéndose como imperio… intencionalmente o no, el pueblo de los Estados Unidos ya está en curso de consolidarse como un imperio no-democrático. Varios factores indican, sin embargo, que su curso será breve, pues se prevé su inminente colapso económico y político”.
Es claro que detrás de eso que ya se ha visualizado como un imperio en decadencia, lo cual no significa que su peligrosidad no deba ser tenida en cuenta, existen fuerzas que hasta un derechista como el ex candidato presidencial Lindon Larouche no vacila en calificar de “oligarquía angloparlante”, de una especie de eje poseedor de un aparato militar-industrial, cuya eficacia para mentir y destruir viene siendo demostrada desde Hiroshima y Nagasaky hasta Irak, pasando por Vietnam, Chile, Panamá, Serbia, etc., salvando las distancias, porque se trata de una maquinaria que sabe utilizar muy bien la ideología, como ”necesidad compulsiva de lavarse las manos” (ver La Plusvalía Ideológica de Ludovico Silva) y los medios de manipulación masiva para justificar su voracidad y sus desmanes.
La cita, arriba, extraída de un artículo escrito por Paul Craig Roberts (autor o coautor de ocho libros, incluyendo “The Supply-Side Revolution -Harvard University Press), amplía esta noción en el trabajo original, hasta preguntarse de qué manera eso que representa la llamada “civilización” Occidental se auto-otorgó, definitivamente, el monopolio de lo que queda de la conciencia moral de esta humanidad, SIN POSEER, DE NINGUNA MANERA, NADA QUE PUEDA DENOMINARSE CONCIENCIA MORAL… Este auto-otorgamiento le permite, de hecho, a eso que es el Imperio Estadounidense, o a la cabeza visible de ese Imperio anglófono – según Larouche, dictar, cuando se le viene en gana, la lista de qué o quiénes son terroristas, demócratas, drogadictos, o lo que sea, con el agravante de que son ellos mismos los mejores exponentes reales de los defectos que suelen endilgarle, autoritariamente, a los demás, apoyándose en todo un aparato mediático trasnacional…
Las comillas en torno a la palabra civilización fue idea nuestra, pero francamente nos parece que daría igual despojarla de ellas, pues desde su más remota antigüedad conocida, esta mal llamada civilización, con algunas excepciones en las cuales el espíritu humano ha sabido brillar con su propia luz, no ha hecho sino escenificar un conjunto de guerras fratricidas, con sus consecuentes saqueos, que nos recuerdan el pensamiento de Teilhard de Chardin, cuando refería todas las guerras de la historia como una sola gran guerra: la guerra de ese gran reino dividido contra sí mismo que es el reino humano, para no decir el reino del Ego humano.
Paul Craig Roberts
Cada vez pareciera hacerse más patente que la República de los Estados Unidos ha sido reemplazada por un imperio cuya fortaleza descansa sólo en su poder para invadir y chantajear a otras naciones, gracias a una tecnología de destrucción que ha sido hábilmente utilizada para servir a los propósitos hegemónicos de ese mismo poder. Ya la religión del dólar luce resquebrajada: sólo la ideología como falsa conciencia y las armas lo sustentan. Al menos es la tesis del Dr. Richard Dolan y de Chalmers A. Johnson, quien afirma - éste último - en uno de sus trabajos más recientes, que “Los Estados Unidos permanecen, por el momento, como la nación más poderosa de la historia, aunque enfrentando una violenta contradicción entre su relativamente larga tradición republicana y sus más recientes ambiciones imperiales. El destino de ciertos imperios democráticos previos, sugiere que tal conflicto es insostenible y se resolverá en una de dos maneras. Roma intentó mantenerse como imperio y perdió su democracia, mientras Inglaterra escogió permanecer como democracia, desvaneciéndose como imperio… intencionalmente o no, el pueblo de los Estados Unidos ya está en curso de consolidarse como un imperio no-democrático. Varios factores indican, sin embargo, que su curso será breve, pues se prevé su inminente colapso económico y político”.
Es claro que detrás de eso que ya se ha visualizado como un imperio en decadencia, lo cual no significa que su peligrosidad no deba ser tenida en cuenta, existen fuerzas que hasta un derechista como el ex candidato presidencial Lindon Larouche no vacila en calificar de “oligarquía angloparlante”, de una especie de eje poseedor de un aparato militar-industrial, cuya eficacia para mentir y destruir viene siendo demostrada desde Hiroshima y Nagasaky hasta Irak, pasando por Vietnam, Chile, Panamá, Serbia, etc., salvando las distancias, porque se trata de una maquinaria que sabe utilizar muy bien la ideología, como ”necesidad compulsiva de lavarse las manos” (ver La Plusvalía Ideológica de Ludovico Silva) y los medios de manipulación masiva para justificar su voracidad y sus desmanes.
La cita, arriba, extraída de un artículo escrito por Paul Craig Roberts (autor o coautor de ocho libros, incluyendo “The Supply-Side Revolution -Harvard University Press), amplía esta noción en el trabajo original, hasta preguntarse de qué manera eso que representa la llamada “civilización” Occidental se auto-otorgó, definitivamente, el monopolio de lo que queda de la conciencia moral de esta humanidad, SIN POSEER, DE NINGUNA MANERA, NADA QUE PUEDA DENOMINARSE CONCIENCIA MORAL… Este auto-otorgamiento le permite, de hecho, a eso que es el Imperio Estadounidense, o a la cabeza visible de ese Imperio anglófono – según Larouche, dictar, cuando se le viene en gana, la lista de qué o quiénes son terroristas, demócratas, drogadictos, o lo que sea, con el agravante de que son ellos mismos los mejores exponentes reales de los defectos que suelen endilgarle, autoritariamente, a los demás, apoyándose en todo un aparato mediático trasnacional…
Las comillas en torno a la palabra civilización fue idea nuestra, pero francamente nos parece que daría igual despojarla de ellas, pues desde su más remota antigüedad conocida, esta mal llamada civilización, con algunas excepciones en las cuales el espíritu humano ha sabido brillar con su propia luz, no ha hecho sino escenificar un conjunto de guerras fratricidas, con sus consecuentes saqueos, que nos recuerdan el pensamiento de Teilhard de Chardin, cuando refería todas las guerras de la historia como una sola gran guerra: la guerra de ese gran reino dividido contra sí mismo que es el reino humano, para no decir el reino del Ego humano.
Miguel Paz Bonells
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