viernes, 17 de abril de 2009

Hilos del infinito

Alejandro López Telleria



Pensando, sintiendo, riendo y viviendo me encontraba mas tenso que lo habitual, decidí con acierto hacer una pausa en la vida y entrar en mi mismo, durante este hermoso y aleccionador trayecto, convine quedarme solo y recapacitar en un lugar claro y tranquilo.
Acompañado de música, flores, aromas y silencio. Avance sin ruidos, ello me hizo inagotable, abrazando el dulce fulgor de la soledad.
Sabiendo en este andar que la soledad es una patria a la que se llega, bien sea al amanecer o al ocaso de la vida.
Es un transitar hacia uno mismo, para luego atreverse a salir de uno mismo y amar; quizás para readquirir el don de la risa, el de la comprensión, y así obtener el logro de no apegarnos y soltar.
Soltar todo aquello que nos atormente en un momento dado, también aquellas cosas que bloquean e impiden nuestro contacto con nuestro ser infinito.
Por ello he concluido,-filosofando-, que la soledad pone en su sitio cada cosa y las otras las reduce a su tamaño original.

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