viernes, 17 de abril de 2009

“Cuentan que nació con el viejo malecón, sembró los primeros robles de El Empedrao y comió cocos del preludio. Hoy el preludio es solo historia, el malecón se murió de viejo y Marcial, Como el roble, Ha sembrado sus raíces en el suelo empedraero.”
Jorge Jiménez.

Un Pulpero del Empedrao

Si alguna actividad puede abrogarse el privilegio de haber crecido y contribuido con el desarrollo de la Ciudad de Maracaibo, esta es el comercio.
Gran parte del progreso que ha experimentado La Sultana del Lago, se debe a la acción del comercio y por ello, no es extraño hallar entre el común de la población quien se dedique al ejercicio de la actividad mercantil.
En nuestro medio, la tienda, la pulpería, fue el elemento base de la organización de las actividades de la parroquia, y el tendero gozaba de cierto prestigio social, al igual que el boticario o el barbero.
Hoy podemos hallar en la memoria colectiva de la ciudad; el recuerdo d aquellas tiendas, de aquellas pulperías, que eran sitios de reunión y encuentro de los vecinos; que juntos compartían la existencia y que hallaba su máxima significación y en expresiones que guardaban nuestras abuelas: “De este foleo, yo me di cuenta en la tienda de que Luis. Ve, que lo que no se sabe en esa tienda, no se sabe en ninguna parte”. A esa la esfloretaron ayer, y ya lo saben en la tienda.
El buyanguero Empedrao, no escapo a esa influencia, y aun en sus largas y angostas calles; a las dos pasadas podéis encontrar hasta dos tiendas, en el mismo punto confluyen estas; de norte a sur, o de este a oeste.
Uno de esos pulperos fue Marcial Melean Sandrea, el, señor Marcial, el señor Melean o como diría Olga Colina; El compadre Marcial Melean, el esposo de Josefina Ávila.
Había nacido en Maracaibo, en el Saladillo, el día de la virgen del Carmen de 1901, hijo de Federico Melean y María Sandrea.
Se echo los pantalones largos, y a los catorce años, comenzó a trabajar en las piraguas, que venían desde Los puertos del sur del lago, trayendo plátanos amarillos, verdes y rebuscos; desde El Pino, Santa Bárbara del Zulia, encontrados o lugares aledaños como Santa Cruz , El remolino y El Vigía.
En largas travesías en La Gran Brisa, La Hada, La santa Teresa, La Viena, y La Diáfana; Marcial Melean Sandrea aprendió a embarcar y sacar centenares de “Contadas” de plátanos que, en aquellos días eran la patre mas importante de la dieta diaria de los maracaiberos.
Al llegar al Malecón, se ataban las piraguas y la gente pasaba a través de las tablas que la acercaban a la ciudad.
Allí, se formo Marcial, al igual que muchos otros que luego, se dedicaron al negocio de las pulperías.
Con varios amigos del Saladillo, solía pasar al Empedrao y visitar la tienda de Gabriel Ávila y Dolores González de Ávila; en las noches en que las gaitas ye l alegre canto eran el lazo de unión entre empedraeros y saladilleros.
Ahí, conoció a Josefina, la hija de Gabriel Ávila; con quien se caso y cuya unión matrimonial perduro por mas de sesenta años.
Se dedico al oficio de pulpero o de tendero en varias tiendas del empedrao, entre las que recordamos “La Manchuria”, que se hallaba en la esquina de Casanova y San Antonio y en “La Sorpresa” que estaba en la esquina de Casanova Y Santa Genoveva; donde esta hoy Diego Arría, en la esquina frente al boulevard.
Marcial Melean iba casi en el siglo; soporto los momentos más críticos y difíciles y las más crueles enfermedades. Varias veces el padre Castellano le puso oleos y el, sobrevivió a aquellos momentos.
El 25 de Marzo de 1997, cayó el viejo roble y a partir de entonces, se fundo en el camino del recuerdo junto a hombres como Enrique Acosta, Arbonio Sánchez, José Manuel Rincón, Pedro Fonseca y Augusto Sánchez; recordados pulperos del Empedrao.

Jairo Pérez Leiva

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